Lula horrorizado por la masacre en Río: 132 muertos tras megaoperativo policial
El martes, Río de Janeiro vivió una de las jornadas más sangrientas de su historia reciente. Una megaoperación policial contra el grupo criminal Comando Vermelho dejó un saldo de 132 muertos, según cifras actualizadas por la defensoría pública del Estado. El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva expresó su consternación ante el número de víctimas, calificando la situación como “horrorizante”, según declaró su ministro de Justicia, Ricardo Lewandowski.
Una cifra que sacude al gobierno
“El presidente quedó horrorizado con el número de víctimas fatales”, afirmó Lewandowski ante la prensa. La declaración se dio luego de que la defensoría pública comunicara por correo electrónico a la agencia AFP que el número total de muertos ascendía a 132, duplicando el balance oficial que hasta el momento se mantenía en 60.
Este organismo, que brinda asistencia jurídica a personas en situación de vulnerabilidad, se convirtió en una fuente clave para entender la magnitud del operativo. La diferencia entre las cifras oficiales y las reportadas por la defensoría genera preocupación sobre la transparencia institucional y el manejo de la información en contextos de violencia estatal.
El operativo más letal en la historia de Río
La intervención policial se dirigió contra el Comando Vermelho, una de las organizaciones criminales más poderosas de Brasil. El despliegue incluyó helicópteros, vehículos blindados y cientos de agentes en las favelas de Río. Aunque el gobierno del estado, encabezado por el gobernador Cláudio Castro, defendió la acción como “necesaria”, las consecuencias humanas son devastadoras.
Castro reconoció que el número oficial de muertos “va a cambiar”, ya que los fallecidos se contabilizan únicamente cuando llegan a la morgue. Esta metodología, sumada a la falta de acceso inmediato a los cuerpos, contribuye a la confusión y al retraso en la divulgación de cifras precisas.
Reacciones políticas y sociales
La reacción de Lula marca un punto de inflexión en el discurso oficial. Mientras el gobernador minimiza el impacto, el presidente se muestra consternado. Esta diferencia de tono entre los niveles de gobierno refleja tensiones internas sobre el uso de la fuerza en operativos de seguridad.
Organizaciones de derechos humanos, colectivos sociales y referentes políticos ya comenzaron a exigir explicaciones. La magnitud de la operación, el número de víctimas y la falta de información clara generan un clima de desconfianza y alarma.
¿Qué implica esta masacre para Brasil?
Más allá del número de muertos, el operativo en Río plantea interrogantes profundos sobre el modelo de seguridad pública en Brasil. ¿Es legítimo un despliegue que deja más de cien muertos en un solo día? ¿Qué protocolos se activan para proteger a la población civil? ¿Quién controla el uso de la fuerza en zonas vulnerables?
La masacre también pone en evidencia la fragilidad institucional en la recolección y divulgación de datos. La diferencia entre los 60 muertos reportados oficialmente y los 132 confirmados por la defensoría pública no es menor: representa una brecha de credibilidad que puede erosionar la confianza ciudadana.
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