El presidente de Chile, Gabriel Boric, descartó que su gobierno tenga planes para regularizar la situación migratoria de extranjeros que llegan al país, en respuesta a una propuesta de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA). El planteo del sector agropecuario busca habilitar una visa laboral para migrantes, con el objetivo de cubrir la creciente demanda de mano de obra en el campo chileno.
La declaración del mandatario se dio en el marco de una consulta directa sobre la iniciativa presentada por Antonio Walker, presidente de la SNA y exministro de Agricultura. Walker había señalado que Chile no cuenta con suficiente fuerza laboral nacional para atender las necesidades del sector agrícola, y que, como ocurre en otros países, la migración es clave para sostener la producción.
La postura del gobierno: límites migratorios y orden fronterizo
Gabriel Boric fue claro al responder: “Chile no está en condiciones de recibir más migración, en particular migración irregular”. Si bien reconoció el rol constructivo de la SNA y elogió la trayectoria de Walker, el presidente subrayó que su administración se rige por principios que priorizan el respeto a los derechos laborales, humanos y la dignidad del trabajo.
Además, Boric recordó que al asumir el gobierno, las fronteras estaban “totalmente desbordadas”, y que una de las prioridades fue establecer orden en los ingresos migratorios. “Es una propuesta que habría que ver en detalle”, agregó, dejando abierta la posibilidad de análisis pero sin comprometerse a avanzar en esa dirección.
La propuesta de la SNA: visa laboral para migrantes
La Sociedad Nacional de Agricultura propuso crear una visa de trabajo específica para migrantes que llegan al país como turistas y desean incorporarse al mercado laboral agrícola. Según Walker, esta medida permitiría regularizar la situación de miles de personas que ya están en Chile y que podrían contribuir al desarrollo del agro.
La Multigremial Nacional respaldó la iniciativa, señalando que “regularizar a quienes llegaron de turistas y quieran trabajar” es una solución práctica ante la falta de trabajadores en el campo. El sector agrícola enfrenta dificultades para cubrir tareas estacionales, especialmente en cosechas, donde históricamente ha dependido de migrantes.
Tensión entre demanda productiva y política migratoria
El debate pone en evidencia una tensión estructural entre las necesidades del sector productivo y las decisiones del gobierno en materia migratoria. Mientras los empresarios agrícolas reclaman flexibilidad para incorporar trabajadores extranjeros, el Ejecutivo mantiene una postura restrictiva, enfocada en el control fronterizo y la reducción de ingresos irregulares.
Este desacuerdo no es nuevo, pero se intensifica en un contexto de recuperación económica y presión sobre los sectores exportadores. La agricultura chilena, clave en la balanza comercial, necesita asegurar su capacidad operativa, y para ello requiere soluciones concretas en materia de recursos humanos.
¿Qué está en juego?
Más allá del cruce puntual entre Boric y la SNA, el debate plantea interrogantes sobre el modelo migratorio que Chile necesita. ¿Debe el país abrir canales laborales para migrantes en sectores estratégicos? ¿Cómo se garantiza que esa apertura no comprometa el orden fronterizo ni los derechos laborales?
El gobierno insiste en que cualquier medida debe respetar principios fundamentales, pero el sector privado reclama pragmatismo. La falta de trabajadores en el agro no es solo un problema económico: también afecta la competitividad internacional y la estabilidad de las cadenas productivas.
Proyecciones y posibles escenarios
Por ahora, el Ejecutivo no contempla innovaciones en esta materia. Sin embargo, el tono conciliador de Boric hacia la SNA sugiere que el diálogo sigue abierto. La presión gremial podría derivar en mesas técnicas o propuestas legislativas que permitan explorar alternativas viables.
En paralelo, el debate sobre migración laboral se instala en la agenda pública, con implicancias sociales, económicas y políticas. La experiencia de otros países muestra que los modelos de visa temporal pueden funcionar si se implementan con controles adecuados y garantías para los trabajadores.