El presidente chileno Gabriel Boric anunció públicamente su respaldo a la candidatura de Michelle Bachelet para ocupar la Secretaría General de las Naciones Unidas a partir del 1 de enero de 2027. El gesto, realizado durante su intervención en la Asamblea General de la ONU, marca el inicio de una carrera diplomática de alto nivel, en la que la exmandataria chilena se perfila como una de las principales figuras para suceder a António Guterres.
Un respaldo con peso político y simbólico
La propuesta de Boric no fue aislada. En su discurso, el mandatario chileno subrayó la necesidad de imponer “criterios de selección ambiciosos, plazos claros y garantizar que la Asamblea General también cumpla un papel mayor en ese proceso”. Además, enfatizó que “tras ochenta años de liderazgo únicamente masculino, apoyamos absolutamente la idea de contar con un proceso justo con el que se ofrezca posibilidades a los candidatos o candidatas más cualificados”.
El respaldo a Bachelet se enmarca en un consenso creciente entre líderes internacionales: ha llegado el momento de que una mujer ocupe la Secretaría General de la ONU. Así lo expresó la presidenta de la Asamblea General, Annalena Baerbock, quien cuestionó que “de entre 4.000 millones de potenciales candidatas no se ha podido encontrar a una sola” para liderar el organismo.
Apoyos regionales y llamados a la equidad geográfica
El presidente de República Dominicana, Luis Abinader, también se sumó al llamado, destacando que “corresponde ahora a Latinoamérica y el Caribe ofrecer un liderazgo renovado, con visión, independencia y compromiso que los tiempos exigen”. En su intervención, Abinader fue enfático: “Estoy plenamente convencido de que ha llegado el momento de que una mujer ocupe la Secretaría General”.
La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) emitió un comunicado conjunto respaldando que el próximo secretario general provenga de la región, en aplicación del principio de “balance geográfico equitativo”. Aunque no se mencionaron nombres, el mensaje fue claro: Latinoamérica tiene la capacidad y diversidad necesarias para liderar los desafíos globales contemporáneos.
Candidaturas en evaluación: Bachelet y otras figuras
Además de Michelle Bachelet, otros nombres han circulado en conversaciones diplomáticas. Entre ellos, la costarricense Rebeca Grynspan, actual secretaria general de la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo; la primera ministra de Barbados, Mia Mottley; y la mexicana Alicia Bárcena, exsecretaria ejecutiva de la Cepal. Ninguna de ellas ha oficializado su candidatura.
También se han mencionado figuras masculinas, como el argentino Rafael Grossi, director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), quien ha manifestado públicamente su intención de postularse.
Humor diplomático y gestos simbólicos
Durante el encuentro de alto nivel “En defensa de la democracia: luchando contra el extremismo”, el presidente colombiano Gustavo Petro bromeó con Boric sobre los tiempos de intervención. “Los chilenos más disciplinados que los colombianos, ¿o no? Nosotros bailamos mejor”, dijo entre risas. Boric respondió: “No ha visto bailar a la Presidenta Bachelet”, a lo que Petro agregó: “Vamos a invitar a Bachelet a bailar aquí en las Naciones Unidas, ojalá en la Secretaría General”.
Más allá del tono distendido, el intercambio reflejó el clima político favorable que rodea la candidatura de Bachelet, quien cuenta con una trayectoria internacional sólida, habiendo sido Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU entre 2018 y 2022.
El proceso de elección: consenso y veto
La elección del próximo secretario general se concretará en 2026, y el mandato comenzará el 1 de enero de 2027. El proceso depende del respaldo de los Estados miembros de la ONU y, sobre todo, de que el nombre propuesto no sea vetado por ninguno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad: Estados Unidos, China, Rusia, Francia y Reino Unido.
En este contexto, la capacidad de Bachelet para generar consenso será clave. Su experiencia, reconocimiento internacional y perfil moderado podrían jugar a favor en una elección marcada por la necesidad de renovación, equidad de género y representación regional.